sábado, 30 de marzo de 2013

Proclama Guadalupana de Morelos


Proclama Guadalupana de Morelos

Don José María Morelos, Capitán General de los Exércitos Americanos y Vocal de la Suprema Junta Nacional Guvernativa del reyno…

Por los singulares, especiales e innumerables favores que debemos a María SSma, en su milagrosa imagen de Guadalupe patrona, defensora y distinguida emperatriz de este reyno, estamos obligados a tributarle todo culto y veneración, manifestando nuestro reconocimiento, nuestra devoción y confianza, y viendo su protección en la actual guerra tan visible que nadie puede disputarla a nuestra nación, debe ser visiblemente honrada y reconocida por todo americano.

Por tanto, mando que en todos los pueblos de este reyno, especialmente los del sud de esta América septentrional, se continúe la devoción de celebrar una Misa el día doce de cada mes en honra y gloria de la SSma. Virgen de Guadalupe, y en todos los pueblos donde no hubiere cofradía o devoto que exhiva la limosna, se sacará ésta de las caxas nacionales; y en las divisiones de nuestro Exército será obligación de los capellanes sin percepción de limosna, y en donde hubiera muchos capellanes, le tocará al que entrare de semana.

En el mismo día doce de cada mes deberán los vecinos de los pueblos exponer la SSma. Imagen de Guadalupe en las puertas o balcones de sus casas sobre un lienzo decente, y cuando no tengan imagen colgarán el lienzo mientras la solicitan de donde las hay, añadiendo arder las luces que según sus facultades y ardiente devoción les proporcione. Y por quanto no todos pueden manifestar de este modo, deverá todo generalmente de diez años arriba traer en el sombrero la cucarda de los colores nacionales, esto es, de azul y blanco, una divisa de listón, lienzo o papel, en que declara ser devoto de la SSma. Imagen de Guadalupe, soldado y defensor de su culto, y al mismo tiempo defensor de la Religión y su patria contra las naciones extranjeras que pretenden oprimir a la nuestra.

Y para que esta disposición obligatoria tenga su debido cumplimiento, mando a todos los jefes militares y políticos, ruego y encargo a todos los prelados Eclesiásticos cuiden y velen con todas sus fuerzas, a fin de que  los súbditos logren tan santos fines, reservando declarar por indevoto y traidor a la nación al individuo que reconvenido por tercera vez, no usare la cucarda nacional o no diere culto a la SSma. Virgen, pudiendo. Y para que llegue a noticia de todos y nadie alegue ignorancia, mando se  publique por bando en las provincias de Teipan, Oaxaca y siguientes del reyno.

Dado en cuartel general de Ometepec a los once días de marzo de mil ochocientos trece.- José María Morelos. – Por mandato de su excelencia, José Lucas Marín.- Pro Secro (Cf. Agenda Juvenil 1988, Buena Prensa, México, p. 132-134).

El pensamiento insurgente

En la sociedad que deseaban los insurgentes buscarían el progreso de la nación, la justicia para todos, el empleo para los mexicanos y la justicia agraria. Su pensamiento político postulaba la independencia, la religión católica como la única tolerable, la soberanía popular, la igualdad ciudadana, el respeto a todos los derechos humanos y la división de los poderes en el gobierno (Cf. Agustín Churruca Peláez, S.J. Historia de la Iglesia en México (Síntesis), Buena Prensa, México, 2005, pp. 127-129).

Bernardo López Ríos


"Me ha matado mi Madre"


"Me ha matado mi Madre"

Por el Cardenal Wyszynski
5 de octubre
Hoy comienza mi vida. Mis padres todavía lo ignoran. Soy tan pequeña como una semilla de manzana, pero ya tengo mi vida.  Y yo voy a ser una niña. Tendré los cabellos rubios y los ojos azules. Todo está dispuesto por anticipado, incluso que me gustarán las flores.

19 de octubre
He crecido un poco, pero soy aún demasiado pequeña para poder hacer nada por mí misma. Mi madre lo hace todo por mí. Y (lo que es curioso), ella no sabe todavía que me lleva junto a su corazón y que me ayuda sion cesar y que me nutre con su sangre. Es muy buena. Algunos dicen que no soy una verdadera persona humana; que solamente existe mi madre. Pero, sin embargo, soy en realidad una persona, lo mismo que una miguita de pan. Mi madre vive realmente y yo también.

23 de octubre
Mi boca está a punto de abrirse. Pensadlo: dentro de un año más o menos yo sabré reír y un poco más tarde, hablar. Sé que mi primera palabra será: ¡Mamá!

28 de octubre
Mi corazón ha empezado a latir hoy para sí mismo. A partir de ahora continuará latiendo hasta el fin de  mi vida. Sin jamás pararse a descansar. Y pasados muchos años,se fatigará, se parará y entonces, moriré.

2 de noviembre
Crezco un poco cada día. Mis brazos y piernas empiezan a conformarse. Pero tendré que esperar bastante hasta que mis piernecitas puedan llevarme a los brazos de mi madre y antes de que estos brazos tan pequeños, sean capaces de presentarle unas flores o de besar a mi padre.

12 de noviembre
Las florecillas de mis dedos empiezan a brotar de mis manos. Es maravilloso ver lo pequeñitos que son. Seré capaz de sujetar los cabellos de mi madre con ellos. Y llevaré sus cabellos a mi boca y ella seguramente me dirá: ¡oh picarilla!

20 de noviembre
Hasta hoy el médico no le había dicho a mi madre que yo vivía junto a su corazón. ¡Qué contenta debe estar! ¿Estás contenta, mamá?

25 de noviembre
Mi padre y mi madre seguramente están pensando qué nombre me van a poner. Pero no saben siquiera que soy niña.

10 de diciembre
Mis cabellos crecen, son suaves, claros y relucientes. Yo me pregunto: ¿cómo serán los de mamá?

24 de diciembre
Me pregunto si mamá escucha el ruido de mi corazón al latir. Mi corazón es fuerte y sano. Late con regularidad... ¡tendrás una hija muy fuerte, mamá!

28 de diciembre
¡Hoy, mi madre me ha matado!

Stefan, Cardenal Wyszynski (+ 1981)
Primado de Polonia
(Publicado en Milicia, revista de las Congregaciones Marianas, Núms. 325-326, enero-febrero, México, 1978, p.16)

La diferencia entre el Cielo y el infierno


La diferencia entre el Cielo y el infierno
¿Soy acaso el guardián de mi hermano?


Por Rafael Gómez Pérez, S.J.

Lo que pidió un general coreano al llegar al Cielo

Un cuento oriental nos refiere que: Un general coreano murió pacíficamente y fue al Paraíso. Pero él era curioso, extremadamente curioso. Antes de traspasar los umbrales del Cielo tuvo una entrevista con San Pedro, y como en el Cielo también está de moda el diálogo, empezaron a dialogar:

- ¿Puedo expresar un deseo, antes de entrar al Cielo?

- Desde luego que puedes. Dialogaremos sobre tu deseo y el Señor decidirá en última instancia.

- ¿Podría yo ir al infierno?

- ¿Cómo? ¿Ir al infierno ahora? ¿No estás contento con haberte salvado?

- Perdón, no me expliqué bien. Quería yo decir que si puedo VISITAR BREVEMENTE el infierno. Así, creo que disfrutaré más del Cielo.

- En casi veinte siglos que estoy aquí nadie había hecho una petición como la tuya. Pero, como estamos en época de cambio, pues, ya no me extraña que la costumbre de entrar inmediatamente al Cielo también cambie.

- Yo estoy muy contento de haber llegado al Cielo, pero mi alegría será mayor si puedo comparar el Cielo, en el cual voy a estar perpetuamente, con el infierno, al cual sólo lo visitaré brevemente.

- Consultaré con el Señor tu petición –dijo San Pedro, y desapareció por unos instantes para volver sonriente, a decir al general coreano-: concedido. Tienes una tarde para visitar el infierno. Son las 12 a.m. Te espero a las 7 p.m.

La primera impresión fue buena: en una sala inmensa vio servidas magníficas fuentes de arroz, muy bien cocinado, a la usanza coreana. Alrededor de las mesas había muchísimas personas de todas clases sociales. 

Provistos los comensales de varitas de bambú, se disponían a comer el arroz y las otras viandas. La comida empezaba oficialmente a la 1 p.m. Cada comensal preparaba su varita para el arroz, pero eran varas de dos metros de longitud. Cada uno, por más que se empeñaba, no podía llevar el bocado a su boca. La vara resultaba demasiado larga y no era permitido tomarla sino por el extremo. 

El malestar comenzaba, después hubo protestas, insultos, hambre, desesperación. Las bandejas humeantes estaban intactas. Nadie podía comer. Todos se desesperaban y se maldecían.

Pasaron seis horas y nadie podía comer. El hambre de la comida se empezó a juntar con el de la cena. La desesperación iba en aumento, las maldiciones también. El general coreano consultó su reloj. Eran las 6:45 p.m. Tomó su equipaje y se fue al Cielo. Saludó a San Pedro. No le comentó nada y entró a la antesala del Paraíso.

Estaba preparado un gran banquete. Las mesas y bandejas no diferían mucho de las del infierno. Los manjares tampoco. Las varitas de bambú eran idénticas a las que él había conocido unas horas antes. 

Sólo había una diferencia: en el Cielo cada comensal, con su varita de dos metros de largo, ofrecía la comida a su vecino. Uno le daba al otro y así todos comían con alegría y fraternidad. 

Nadie llevaba la vara de arroz y otros manjares a su propia boca, sino que lo preparaba todo para el vecino de enfrente. Y así el banquete se prolongaba y se prolongaba en medio de la alegría más pura.

El general coreano comprendió entonces cuánto puede significar la ayuda mutua y penetró en el sentido de esta frase:

Nunca piensas tanto en ti mismo, como cuando piensas en tu hermano

(Cf. Rafael Gómez Pérez, SJ., En camión de segunda, Buena Prensa, México, 1974)

Cómo acabar con la inseguridad pública



Cómo acabar con la inseguridad pública

Por Bernardo López Ríos *

* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica


Para quienes nacimos en la década de los 60's nos es fácil recordar el ambiente social de seguridad en México. 

En el Distrito Federal podíamos platicar con el dependiente de una tienda sin rejas de por medio, (como empezó a haberlas desde el sexenio del ex presidente Miguel de la Madrid (1982-1986), cuyo lema de campaña irónicamente fue "por la renovación moral de la sociedad". En este año 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha comenzado a distribuir una muy cuestionada “Cartilla Moral”).

Abordar un taxi en la noche era lo más recomendable sin necesidad de que fuera de "Sitio" y casi nadie tenía algún familiar que hubiera sido asaltado y los "carteristas" no llegaban a ser crueles ni a ensañarse con la víctima como sucede hoy en día. 

Reflexionando sobre estos hechos podemos concluir que el crecimiento de la inseguridad pública en México se debe fundamentalmente a las crisis económicas provocadas por la corrupción pública y a la educación pública laica, sin valores éticos universales y trascendentes ni meta moral última.  

Señalar ésta última causa actualmente equivale a referirse a un tema tabú, porque rara vez los analistas hacen referencia a este dato sociológico.

En el año 2009 se publicó la siguiente nota periodística:

“México, quinto lugar mundial en delincuencia". La descomposición de las estructuras sociales en México han propiciado que el país se encuentre hoy en el quinto lugar mundial con altos índices de delincuencia organizada, y en el decimotercer sitio en delitos de orden común. 

"Esta situación se debe a que uno de cada cuatro mexicanos es víctima de un crimen cada año... De acuerdo con un reciente estudio, la criminalidad aumentó en 107 países que focalizaron la lucha contra la delincuencia organizada con mecanismos represivos y no con preventivos –cómo sucede en México" (Periódico "La Jornada", 24 de enero del 2009).

Los desengaños de un promotor de la “educación” laica

En unas declaraciones publicadas el 14 de abril de 1999 en el periódico “El Heraldo de México”, el senador del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alfonso Martínez Domínguez, 

aseguró que la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas dejó desamparada de valores a la niñez”.

Lamentando que la mayor parte de los delincuentes fueran menores de 35 años y que el 33 por ciento de las madres mexicanas fueran solteras, el entrevistado sacó una amarga conclusión:

“Hemos formado varias generaciones sin que reciban los elementales principios morales necesarios para todo ser humano”.

A más de un siglo de distancia, los hechos vienen dándole la razón al periodista católico Trinidad Sánchez Santos quien, en 1897, en plena Cámara de Diputados, atacó las consecuencias de la escuela laica, señalando que encuestas hechas en Francia entre los criminales que habían pasado por escuelas laicas y los que procedían de escuelas religiosas, demostraban que el mayor número de delincuentes provenían de aquellos planteles donde no se impartía ningún tipo de educación religiosa.

Sánchez Santos, director de “El País”, uno de los periódicos de mayor tiraje durante el Porfirismo, demostró con cifras cómo la criminalidad, tanto infantil como juvenil, se había triplicado e incluso cuadruplicado en Francia desde que se había dejado de impartir religión en las escuelas.

Sin mencionarlo directamente, Alfonso Martínez Domínguez, político que había servido al autoritario sistema político mexicano en todos sus niveles, desde simple recadero hasta gobernador del estado de Nuevo León –pasando por diputado, senador, presidente del PRI y jefe de gobierno del Departamento del Distrito Federal- confirmó los temores expresados por un agudo periodista católico cien años antes.

(Cf. Carlos Alvear Acevedo, Guillermo Bustamante Manilla, et.al., Historia de la antieducación en México, Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), México, 2000, pp. 101-102).

En 1955 (hace más de medio siglo) el gran autor M. Raymond escribió:

"Nadie puede creer que una educación laica produzca una promoción de santos graduados. Ni tampoco que la educación laica universal pueda producir un pueblo temeroso de Dios y, mucho menos, amante de Dios. 

"Aun menos se dará el caso de que quienes jamás han conocido el amor ni el temor, amen ni respeten a su prójimo. 

"Por eso precisamente es por lo que se necesitó acuñar ese término -que suena bien, pero que tiene un significado terrible- de "el inadaptado social". ¡Se "educaron" en nuestras escuelas, no lo olvidemos!... ¡Miremos nuestras escuelas!

"En ellas se enseñan todas las "guías" menos una, en la que, justamente, han de basarse las demás. Sin ella, todas las otras son como un barco sin timón o una cometa sin cola. Son peligrosas. 

"La sociología sin teología es como un hombre sin cerebro... Una sociología sin Cristo, es como una psicología sin alma y una lógica sin pensamiento... Pero para remachar bien el clavo, me permito recordar que la sociología y la educación, así como la caridad ¡comienzan en el hogar!... 

"Lo mismo que cuando aludo al Estado nunca parecemos daros cuenta de que estoy hablando de NOSOTROS. NOSOTROS somos el Estado, y, hasta cierto punto, el sistema educativo... si el mundo ha de salvarse, 

"¡NOSOTROS somos quienes habremos de salvarlo!... ... necesitamos un renacimiento del amor. Pero nunca podremos tenerlo hasta que Jesucristo, el mayor Amante de todos los tiempos, ocupe su lugar debido como centro de todos los corazones y se convierta en la única inspiración de todos los hombres"

(Cf. M. Raymond, Un trapense encuentra el valor de "X", STVDIVM, Madrid, 1955, pp. 68-75).

En México la educación laica, entendida como la actividad docente que prescinde de la instrucción religiosa, se fraguó en los comienzos del siglo XIX mediante la acción de la corriente liberal. 

Valentín Gómez Farías, José María Luis Mora, Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo y Benito Juárez primero y Justo Sierra, Gabino Barreda y Manuel Baranda después, consolidaron su aplicación.

Ineficacia de la “educación” laica

"Aduzco un caso característico respecto al particular. Se trata del capitán de un gran trasatlántico, que en cada travesía gana sumas fabulosas de un modo ilegal…  y, sin embargo, es imposible consignarlo por medio de la ley.

"¿Cómo es esto?

"Muy sencillo. Es cosa generalmente sabida que en los viajes por mar el pasajero ya paga la manutención, una manutención abundante, que va incluida en el billete. 

"Si alguno se encuentra mal, si se marea y no puede comer durante varios días, naturalmente no se le restituye nada de lo que pagó de antemano.

Pues bien, nuestro capitán no hace más que esto: a la hora de la comida y de la cena, dirige el buque hacia las olas… muchos pasajeros empiezan a sentirse indispuestos… dejan de comer… y queda la gran cantidad de comida, pagada de antemano. 

"¡Ganancia pura! ¿Cómo sería posible meterse en esto por la vía legal? ¿Qué remedio queda si en el mar hay olas?

Lo que pone dique a semejantes casos y a miles y miles de engaños, es la palabra de la Sagrada Escritura:

“¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios?”
(I Carta a los Corintios 6, 9).

"Con esto queda manifiesta la necesidad del Séptimo Mandamiento". 

(Cf. Monseñor Tihamér Tóth (1889-1931), Obispo de Veszprèm, Hungría, Los Diez Mandamientos, editorial Éxodo, México, 2004, p. 512).
  
Para acabar con la inseguridad pública  

"El jefe de policía de París, después de un disturbio comunista, pidió que se aumentara el número de los policías. Pidió mil hombres más, porque de lo contrario, no podía responder de lo que pasara. Ya estaba París atestado de policías, policías a pie, policías ciclistas, policías motorizados… 

"Reflexionemos sobre esta noticia:   

"El famoso escritor francés, Víctor Hugo, hizo una vez esta solemne manifestación en el Parlamento: Cuántas escuelas abrís, tantas prisiones cerráis.   Y empezó la construcción febril… Brotaban las escuelas como hongos. 

"Pero… no se permitió hablar en ellas de Dios, ni de religión, ni de vida eterna, ni de responsabilidad ante el Señor… Y así iban las cosas desde el año 1882. 

"Llegó a su madurez esa generación de “educación” laica sin Dios y, a pesar de las escuelas, se pedían para contenerla mil policías más.  

"¿Podrán lograr mil policías a fuerza de violencia el respeto a la ley que sólo Dios puede dotar de autoridad? ¿Serán suficientes en momentos de conmoción? 

"Por sobrada experiencia sabemos que no. Si la autoridad y el respeto a la ley no son sostenidas por la fe anclada en Dios, entonces nada es capaz de sostenerlos. 

"¡Ni la cultura! ¡Ni la escuela! ¡Ni la policía! ¡Ni las ametralladoras!... sólo puede sostenerlos la ley divina, el cuarto Mandamiento".
 

(Cf. Monseñor Tihamér Tóth (1889-1931), Obispo de Veszprèm, Hungría, Los Diez Mandamientos, editorial Éxodo, México, 2004, p. 272).
  
“Si el Señor no construye la casa, en vano se esfuerzan los albañiles, si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela” (Salmo 127).  

El Padre Juan Jesús Priego hacía esta reflexión:

Si yo hiciera la pregunta, podría ser tomado por sospechoso, pero no soy yo quien la hace, sino un sociólogo inglés de altísimos vuelos llamado Anthony Giddens:

“Cómo vivir en un mundo en el que ya nada es sagrado?”

Con la desaparición – y la probable muerte – de 43 muchachos normalistas, algo ha acabado en México, y esto que ha acabado no es sólo la ilusión, la confianza y la paciencia de los mexicanos, sino sobre todo la ya vieja  y siempre estúpida creencia de que no necesitamos a Dios para organizar y ordenar las sociedades.

Durante mucho tiempo nuestros gobernantes se han esforzado - ¡y vaya que lo han hecho! – por expulsar a Dios de todos los ámbitos de la vida, y diríamos que casi lo han conseguido.

Pero con lo que no contaban – ni que fueran tan listos – es que, al eliminar a Dios, eliminaban también al hombre, dejándolo, por decirlo así, como a la intemperie. Si lo sagrado no existe, entonces tampoco la vida es sagrada, y entonces…

Saque el lector las conclusiones pertinentes al caso…

¡Qué fracaso nuestra educación nacional! ¡Qué fiasco nuestro laicismo!

A nuestros jóvenes les hemos quitado a Dios, pero no les hemos dado nada a cambio.

Y si ahora estos jóvenes se ponen a jugar al tiro al blanco ante objetivos vivientes, ¿de qué nos espantamos? ¿No les hemos dicho machaconamente que lo sagrado no existe?

Hemos construido la ciudad sin Dios, pero en esta ciudad tampoco hay sitio para el hombre.

Según Werner Plum – famoso sociólogo alemán -, el pecado de los constructores de Babel fue éste: haber querido expulsar a Dios de la ciudad.

“La torre – escribe – en uno de sus libros -  no estaba consagrada a ningún Dios… Desprecio hacia Dios y desprecio hacia el hombre: eso es lo que alentaba en el espíritu de aquellos modernos constructores de ciudades”.

Cuando Cristo nació, con qué crudeza dice el evangelista que no hubo para Él sitio en la posada. Pues bien, han pasado los siglos y sigue sin haber sitio para Él. ¡Lo hemos expulsado de todos los ámbitos de nuestra vida! De la economía, de las escuelas, de las universidades y de los hospitales…

La  nuestra ha sido una infatigable labor de exculturación de Dios. Pero no contábamos con una cosa: que si no hay lugar para Él, nuestra tierra queda baldía, y la vida humana se vuelve tan intrascendente y tan pequeña que cabe incluso en una bolsa negra de basura.

Ha sido de propósito que no he querido citar aquí a ningún autor católico, para que no se diga que es ésta una reflexión sesgada.

Termino, pues, con las palabras que, poco antes de morir, el sociólogo polaco y marxista de confesión Leszek Kolakowski dejó escritas en ese libro honrado y sincero que es “La Modernidad siempre a prueba”:

“Se dirá que de pronto despertásemos para advertir cosas que los humildes párrocos llevan tres siglos diciendo en sus sermones dominicales.

“No dejan de explicar a su grey que un mundo que ha olvidado a Dios ha olvidado la distinción misma entre el bien y el mal, ha hecho que la vida humana carezca de sentido y se ha hundido en el nihilismo.

“Y ahora nosotros, orgullosamente atiborrados de conocimientos sociológicos, históricos, antropológicos y filosóficos descubrimos la misma sencilla verdad, que procuramos expresar en un lenguaje un poco más refinado”.

(Cf. Padre Juan Jesús Priego, “México ha expulsado a Dios, ¿de qué nos espantamos?”, en periódico Desde la Fe, Semanario católico de formación e información, No. 925, del 16 al 22 de noviembre, México, 2014, p. 3).

Testimonio de Lech Walesa

En 1998, Lech Walesa, ex presidente de Polonia, afirmó durante una conferencia en México:

“Se equivocan  quienes piensan que las soluciones a los problemas de orden social está en la ley y el derecho, pues la ley sólo castiga a quien se deja capturar.

“La gente no trabajará rectamente si no hay Dios. Basemos la ley en el Decálogo y en la conciencia, y no harán falta policías ni tanques para vigilarnos”.

Al hablar acerca de los problemas, de la injusticia y de la mala distribución de la riqueza, señaló que:

“las revoluciones no traen nada bueno. Ni la revolución bolchevique ni la de Castro elevaron el nivel de vida de los pobres.

“Para lograr el milagro de los cambios, se requiere, -dijo citando su propia experiencia bajo el régimen totalitario comunista- creer en Dios y creer en lo que se hace, y entonces el aprovechamiento depende de uno”.

Interrogado acerca del papel del Papa Juan Pablo II en la caída del comunismo, Walesa señaló que:

“Fue el factor principal del cambio en Polonia, pero no fue un conspirador. Él, en 1979, simplemente nos reveló verdades y nos exhortó a que no tuviéramos miedo.

“Con las verdades de Juan Pablo II organicé el sindicato “Solidaridad” (el primer sindicato independiente en el bloque socialista).

“Duramos un año en hacerlo, y la lucha parecía sin posibilidad, pero con fe en Dios, las armas que nos amenazaban no tuvieron poder para doblegarnos, aunque ciertamente la victoria tardó diez años en llegar… en la vida pública no pueden dejarse aparte los valores básicos”, concluyó.

(Cf. Periódico Nuevo Criterio, año X, no. 8, (233), 2ª quincena de abril, México, 1998, p. 1).

Y en una entrevista para el diario italiano “La Stampa”, el Papa Juan Pablo II afirmó en 1993:

“En el Este, ciertos valores se han devaluada menos. Si un hombre vive en un sistema que es programáticamente ateo, incluso en un país como Polonia, percibe mucho mejor el significado de la religión.

“Percibe algo que no siempre se percibe en Occidente: que Dios es la fuente de la dignidad del hombre, la fuente única, absoluta.

“El hombre en el Este lo percibía, y lo percibía un prisionero del “gulag”, lo percibía Alexander Soljenitzyn.

“En Occidente, el hombre no es tan consciente de esto. Es consciente sólo hasta cierto punto. En gran parte, su conciencia se ha secularizado”.

(Cf. Yas Gawronsky, “El Papa en entrevista: El capitalismo salvaje no debe destruir lo bueno del comunismo”. El derrumbe socialista, por el mensaje cristiano; hoy se requiere una tercera vía, dice a “La Stampa”, en revista Proceso, no. 888, 8 de noviembre, México, 1993, p. 42).

A Dios por la ciencia





A Dios por la ciencia

Por Bernardo López Ríos *

* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica 

El espacio sideral

Si en alguna ocasión tenemos la oportunidad de contemplar el firmamento en una noche despejada, podríamos observar alrededor de 6 mil estrellas, y con un telescopio y cámaras fotográficas es posible contar miles de millones de estrellas.

La Galaxia en la que se encuentra nuestro planeta es la Vía Láctea, y en ella se calcula que existen más de 400 millones de estrellas. 

Y a medida que continúan las observaciones se descubren nuevas galaxias, de las que se conocen alrededor de 500 millones actualmente.

Nuestro planeta Tierra tiene una magnitud enorme, sin embargo, se necesitarían otros mil trescientos planetas como la Tierra para igualar la magnitud del planeta Júpiter, y más de un millón para igualar al Sol.

El Sol es la estrella más familiar para todos nosotros, pero nuestra imaginación tal vez se quede corta si tratamos de formarnos una imagen adecuada de la estrella Betelgeuze, cuya magnitud equivale a 27 millones de soles, y la estrella Antares a 113 millones de soles. Las dimensiones de Orión suponen una masa 400 millones de veces mayor que el Sol.

Si ahora comparamos la deslumbrante luz del Sol con la de otras estrellas, por ejemplo con Alción, necesitaríamos la luz de 600 soles para igualarla en luminosidad. Y para quedarnos con la boca abierta podríamos imaginar a la estrella Cephis que es 60 mil veces más luminosa que el Sol.

La luz tiene una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo, o sea, que daría ocho vueltas a la Tierra en un segundo.

Pues bien, a pesar de esa vertiginosa velocidad, la luz de la Luna tarda en llegar a nosotros un minuto y medio; la luz del Sol tarda ocho minutos y medio; la luz de Sirio, brillante estrella de nuestro firmamento, se tarda nueve años en llegar a nosotros.

La luz de la estrella Polar tarda 46 años, y es de notar que estamos hablando de las estrellas más cercanas a nosotros.

La luz de la estrella Betelgeuze tarda en llegar a nosotros como 100 años; la luz de la galaxia más cercana, la gran nebulosa espiral de Andrómeda, que se compone de miles de millones de estrellas a 70 mil años luz, y hay otros mundos de estrellas, cuya luz tarda en llegar a nosotros más de un millón de años. 

Eso, refiriéndonos a los que conocemos.

Habrá estrellas cuya luz, emitida antes que existiera la primera pareja humana, aún no ha llegado a nosotros. 

Habrá estrellas que quizás ya no existan, y sin embargo, nos está llegando su luz, que emitieron cuando aún existían hace millones de años.

Desde el gran astrónomo Galileo sabemos que las estrellas no están inmóviles, como se pensó en la Antigüedad. 

El Sol se mueve en el espacio a 30 kilómetros por segundo; Aldebarán a 54 kilómetros por segundo, y hay galaxias cuya velocidad se ha calculado en 25 mil kilómetros por segundo.

Sin embargo, tanto el movimiento de los planetas como el de las estrellas del Universo no es caótico, sino que está sujeto a un orden.

Nuestro planeta gira alrededor del Sol a 30 kilómetros por segundo y cada día recorre nada menos que 2 millones y medio de kilómetros, y nosotros también con él.

Es tan preciso y regular el movimiento de los cuerpos celestes que pueden conocerse con exactitud matemática sus posiciones en el espacio.

El cometa Halley era conocido desde dos años antes de Cristo, pero fue el astrónomo inglés Edmund Halley quien lo estudió en 1682, y predijo que reaparecería en 1758, y cada 76 años.

El cometa Donati (1858), que fue el más brillante del siglo XIX, reaparecerá en el año 3870, y sabemos que Londres no presenciará un eclipse total de Sol sino hasta el año 2150.

Este maravilloso Universo que habitamos nos invita a conocerlo más y más, y a palpar que ha sido hecho con inteligencia.

Isaac Newton

Uno de los más grandes científicos y estudiosos del Universo, Isaac Newton (1642-1727), al final de su magna obra intitulada “Los Principios Fundamentales Matemáticos de la Filosofía de la Naturaleza”, escribió:

El orden admirable del Sol, de los planetas y de los cometas no pudo proceder sino del plan y según la orientación de un Ser Omnisciente y Omnipotente. 

Y si todas las estrellas fijas son otros tantos centros de sistemas solares semejantes al nuestro, entonces todo el Universo, que evidentemente está ordenado según un plan único, es el reino de un solo y mismo Soberano. 

De ahí se sigue que Dios es en efecto un Dios divino, sabio y omnipotente, un Ser que está sobre todo, y que es infinitamente sabio.

Newton era además un hombre consecuente en su vida práctica con sus descubrimientos, pues siempre que oía o leía el nombre de Dios, se descubría la cabeza con gran respeto.

Las abejas y las matemáticas

Pero la perfección con la que Dios creó el Universo no solamente la encontramos en los planetas y demás cuerpos celestes, sino también en los seres vivos.

Las abejas, al cerrar las celdillas hexagonales, donde depositan la miel, resuelven un problema de matemáticas, que sólo se puede resolver después de diez o doce años de estudio.

El sabio Rameaur se lo propuso a los matemáticos de su tiempo, y solo König, celebridad matemática de entonces, pudo resolverlo, pero con una pequeña diferencia. 

Parecía que las abejas cometían una pequeña equivocación.

Pasado algún tiempo naufragó un barco, y el capitán se defendió diciendo que los cálculos que él había hecho estaban bien; la equivocación dependía de las tablas de logaritmos que había usado, las cuales estaban equivocadas.

Oyó esto Maclaurin, quien no se avenía a que las abejas se equivocaran en el problema; corrigió los logaritmos, resolvió nuevamente el problema propuesto por Rameaur y vio que… 

¡¡¡LAS ABEJAS TENÍAN RAZÓN!!!

El equivocado había sido König.

Otro gran investigador de la naturaleza y fundador de la botánica moderna, Carlos Linneo (1707-1778), en su “Sistema de la Naturaleza” escribió:

Salía yo de un sueño cuando Dios pasó de lado contra mí, le vi y me llené de asombro…

He rastreado las huellas de su acción en las creaturas, y, en todas, aún en las más ínfimas y cercanas a la nada… ¡qué poder, qué sabiduría, que insondables perfecciones he encontrado!

Las flores de Francis

Un célebre filósofo escocés apellidado Beotti tuvo un día la idea de enseñar palpablemente a su hijo la necesidad de aceptar un  Ser Supremo que rige el Universo.

En el jardín de su casa trazó, con surcos, el nombre de su hijo. Los surcos eran de grandes dimensiones y en ellos sembró semillas de diversas flores que cubrió con tierra.

Pasaron los días y la fina lluvia escocesa hizo germinar las flores y un día el muchacho de diez años llegó jadeante a decirle a su padre:

-       Papá, papá, mi nombre ha brotado en el jardín. Mi nombre está escrito con flores. Ven y lo verás. Está muy claro, perfectamente claro, dice: FRANCIS; sí papá, mi nombre ha brotado escrito con flores.

Su padre sonrió sin dar importancia al asunto. El niño insistió:

-       Ven a verlo papá, ven y verás lo claro que está.
-       Eso no tiene nada de extraño, hijo, es la casualidad, es el azar.
-       No papá, no puede ser la casualidad. Mi nombre está muy claro, dice: FRANCIS, con letras muy grandes y muy hermosas.

El padre volvió a responderle:

-     Fue el viento, hijo, que hizo volar las semillas y las fue sembrando y resultó tu nombre como podía haber resultado el mío o el de tu Mamá.

-       No papá, replicaba el niño. Las flores nunca nacen ordenadas y menos en forma de letras, y nunca formando un nombre. ¡Oh, no papá, algún ser inteligente ha andado en este asunto! Tal vez tú has escrito mi nombre y has sembrado las flores.

El papá por fin le dijo a Francis:

-       Sí, hijo, he sido yo. Y lo he hecho para enseñarte que de la casualidad no puede surgir un orden complicado, sino que se requiere una inteligencia ordenadora.

Fíjate en ti, hijo, ve tus manos, tus dedos, tus pies, tus ojos, tus oídos, tus brazos. Todo tan bien hecho, tan complicado, tan útil. La casualidad no ha podido juntarlos.

Graba siempre en tu corazón esta convicción: 

los caminos certeros de los astros, la fecundidad de la tierra, la belleza de la naturaleza, el resplandor de los luceros, las riquezas del Universo tan variadas, desde el copo de nieve hasta la potencia de las olas… todo eso está en perfecta armonía y orden.

Y ese orden no es fruto del azar, ni de la casualidad, es fruto de la inteligencia. Un Ser infinitamente inteligente dio orden a cuanto vemos y a ese Ser lo llamamos DIOS.

A Dios no lo podemos ver porque es un Espíritu, pero vemos su huella y la huella de Dios es la Creación visible y ordenada.

Johannes Kepler

Uno de los fundadores de la moderna Astronomía, Johannes Kepler (1571-1630), al descubrir la tercera ley del movimiento planetario, escribió:

Es grande nuestro Dios; y grande es su poder e infinita su sabiduría. Alabadle, vosotros, oh cielos y tierra, y el Sol y la luna y las estrellas en vuestro lenguaje…

Que le alaba mi alma, a El, al Señor, al Creador, todo cuanto pueda. Suya sea la gloria, el respeto, la alabanza en todos los siglos de los siglos. Amén.

Para saber más sobre los científicos y Dios, recomendamos el interesante artículo del Padre Jorge Loring, S.J. Léase:

Epílogo

Para concluir, invitamos ahora a la lectura detenida del contenido del siguiente link:


Bibliografía

-  Jaime Balmes, Filosofía Elemental, Lógica, Ética, Metafísica: Estética, Ideología Pura, Gramática General o Filosofía del Lenguaje,  Psicología, Teología Natural (Teodicea), Historia de la Filosofía, Colección “Sepan Cuantos…”, Núm. 241, Editorial Porrúa, México, 1998

-  Antonio Brambila, Que Dios es la mar de raro, Editorial Geyser, México, 1973

-  Walter Brugger, Diccionario de Filosofía, Editorial Herder, Barcelona, 1978

-  Rafael Gómez Pérez, S.J. Humanízate, Buena Prensa, México, 1982

Juventud en tu fe, Buena Prensa, México, 1979

-  J. Javaux, ¿Dios demostrable?, Editorial Herder, Barcelona, 1971

-  Saturnino Junquera, S.J. Las estrellas gritan: “HAY DIOS”, Folletos “ID”, Núm. 2-E, Editorial Sal Terrae, Santander, España, 1961
                                          
Primacía del hombre… ¿por qué?, Folletos “ID”, Núm. 101-E, Editorial Sal Terrae, Santander, España, 1962

-  Salomón Rahaim M. S.J., Compendio de Filosofía, México, 1978

-  Oswaldo Robles, Propedéutica Filosófica, Editorial Porrúa, México, 1967

-  Tihamér Tóth, El joven observador, Editorial Poblet, Buenos Aires, 1946

-  Jaime Vélez Correa, S.J. Al encuentro de Dios, Filosofía de la religión, Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Conferencia del Episcopado Mexicano, Colección de textos básicos para seminarios latinoamericanos, Vol. 1, México, 1990